Marcelo Henrique
Marcelo Henrique

La democracia es, hasta el día de hoy, el régimen político más perfeccionado para el planeta que habitamos, dentro de la estela de la Ley de Progreso y en la vigencia de la pluralidad de mundos habitados. Kardec parte de la idea de un régimen democrático para defender la Aristocracia como la evolución de éste, remontándose a los antiguos filósofos griegos, para recomendar el "gobierno de los mejores" ("Obras póstumas", al final de la primera parte – "Las Aristocracias").

La democracia presupone, para la salud de una civilización o sociedad, la alternancia de poder entre los grupos políticos que se organizan conforme a las leyes vigentes en cada uno de los Estados. En este sentido, los electores (ciudadanos, pueblo) eligen de manera legítima sus representantes para los cargos políticos del Ejecutivo y del Legislativo. Así ha sido desde 1989, cuando, a partir de una nueva Constitución, fue devuelto a los ciudadanos el derecho de elección del Presidente de la República.

Para conquistar o mantener el poder político, derivado de la elección, es natural que candidatos, partidos, coaliciones y conglomerados ideológicos utilicen sus "armas", que deben restringirse al campo de argumentos, ideas y propuestas, alejándose inmediatamente de cualquier tipo de violencia. Ni verbal, ni psicológico, ni físico. Bajo ningún pretexto ni justificación. El pacifismo es fundamental para el Progreso y, para garantizar la paz, se deben utilizar todas los instrumentos posibles para combatir la violencia y el crimen.

Brasil ha experimentado turbulencias en esta "área" y, en particular, en los últimos ocho años han registrado, además de debates, enfrentamientos y actos delictivos. El mayor de ellos – como ya hemos tratado en otro Editorial en este Portal – ocurrió el 8 de enero de 2023, y tuvo como palco y escenario la plaza de los Tres Poderes en la capital de la República brasileña, Brasilia (DF). Los episodios dantescos, registrados por los medios de comunicación, hasta el día de hoy resuenan en nuestras mentes, como un signo de la decadencia de un pueblo, aunque parcialmente y en minoría, pero con efectos, en ese día, devastadores y con costos financieros altísimos para la recomposición del "status quo anterior".

Pero, tristemente, los ecos de esa jornada todavía están presentes en los discursos, incluidos los que tienen un tono "azucarado", basado en una retórica muy antigua y habitual, especialmente considerando el ambiente espírita brasileño. El discurso, casi siempre, trae como escudo y referencia pasajes bíblicos o evangélicos, para seducir oídos y mentes, dándoles, a priori y falsamente, un carácter de verdad y sabiduría. ¡No, señores!

Detrás de cada discurso hay una intención, un deseo, un objetivo, una ideología. Aunque se refiera a alguno(s) recorte(s) de hechos reales, vistos a distancia (física y temporal), lo que, por regla general, deberían demostrar madurez para la observación y formación de convicción "sin el calor de las emociones", es lamentable ver declaraciones que intentan descomponer los delitos - ya conocidos, contenidos en documentos de investigación policial y en fase de tramitación para su posterior presentación a los tribunales competentes, para la plena determinación de responsabilidades (penal, civil e indemnizatoria) - para atribuir falsamente al tratamiento policial dado a los flagrantes, otros presuntos "crímenes".

Específicamente, hablamos de la manifestación en un gran auditorio del médium Divaldo Franco, en video – posiblemente en una reunión pública en la ciudad de Salvador (BA), recientemente – en la que el tribuno demuestra su "indignación" y "protesta" contra la detención de personas, con brío.

Añade el longevo exponente del medio espírita que, en general, nosotros actuaríamos con "descaro” para enfrentar las cosas "hechas por los poderosos" y en silencio en relación a "leyes absurdas". Y habla de "detenciones estúpidas sin sentencias", refiriéndose a la detención realizada por las autoridades policiales de la capital federal, tras los ataques terroristas a edificios públicos, de personas que conformaron grupos de protesta contra la elección y la toma de posesión del nuevo Presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva y, no obstante, defendiendo el golpe y la transferencia de la titularidad del gobierno al candidato democráticamente derrotado.

Absurdamente, el Señor Orador afirma que ""nadie llevaba revólver, ni cuchillo, ni navaja, ni maquinilla de afeitar, ni cortaúñas, no tenían nada".Y añade: "mil y tantas personas, niños de regazo, personas mayores de ochenta años". Concluye él que esto "no sensibilizó" y "la prensa ni tocó el tema, porque desagradaba a sus patrocinadores".

Y, en un mensaje claro al "rebaño espírita", sentencia que estos, los espíritas, son conniventes, para no molestar.

Vale la pena mencionar que el expositor, todavía, como un defensor "lírico" y "de autoridad", cita el discurso sublime de Martin Luther King Jr., frente a los crímenes: "Lo que me preocupa no es el grito de los malos, sino el silencio de los buenos".

¿Qué encrucijada es esta donde nos encontramos? ¿Dónde fue a parar la lucidez y la excelencia de contenido derivadas de la Filosofía Espírita para, incluso justificada sobre el mantra de que "el espírita no debe involucrarse en política", en cualquier otro momento, este u otros "representantes" del medio espírita, se arrogan el derecho de presentar sus discursos políticos, para justificar sus preferencias, sus apoyos o sus simpatías?

Cómo, en sana conciencia, tratar de salvar, introductoriamente, a las personas que estaban reunidas en torno de un objetivo, que era la protesta en relación a la consumación de la democracia, con la proclamación del resultado por el Tribunal Superior Electoral, la entrega de diplomas a los electos (Presidente y Vice) y la toma de posesión de estos, ocurrida en el Parlamento Nacional, en una unión legal, democrática y republicana de los Tres Poderes – los mismos que fueron atacados, vilipendiados e irrespetados por vándalos, terroristas y delincuentes.

Pero, no estamos en un Estado de excepción. La detención se realizó, dentro del Estado Democrático de Derecho, con la salvaguarda de los derechos del adversario, la defensa amplia y el debido proceso legal - que el orador en pantalla desconoce, porque no le conviene, o porque desea "sensibilizar" a la opinión pública con la jerga de su discurso ("detenciones estúpidas sin juicio"). Estúpidos e injustificables fueron los actos de barbarie, cuyas escenas recorrieron el mundo entero, en un retrato de nuestra ausencia de civismo como pueblo y del respeto a las normas jurídicas de la propia democracia. Y si hay, entre los investigados, inocentes, los registros de imágenes demostrarán tal condición, restituyéndoles la libertad.

Las personas públicas que sostienen, por la importancia de la secuencia de años y décadas, en la representación de ideologías, filosofías, religiones, movimientos sociales y similares, deben ser cautas en la separación de "opiniones personales" y de manifestaciones derivadas de las líneas ideológicas que representan. Este es el caso del Espiritismo. Aunque la Doctrina de los Espíritus está claramente presentada en las treinta y dos obras de Allan Kardec, la existencia de expositores espíritas, tratando temas, analizando hechos naturales y sociales y actos humanos, se puede revestir autoridad y pertinencia, volviendo viva y dinámica la propuesta filosófica, como, en contrapunto, puede representar la falibilidad e imperfección de sus exponentes. Como es el caso.

Había guardado Divaldo, desde hace muchos años, sus preferencias políticas e ideológicas para el momento de sus reflexiones íntimas y para cuando apoyaba la cabeza en la almohada. O para diálogos íntimos con sus más próximos, familiares y colaboradores. El uso de las tribunas y micrófonos en "grandes acontecimientos", para expresar su "aprecio" a determinadas figuras políticas (Doria, Moro, Bolsonaro, para quedar, únicamente, en estos últimos), compromete totalmente el "espíritu del Espiritismo" y se distancia de la misma "tonada" asumida por la mayoría de los espíritas (conservadores) de las últimas décadas, basada en el eslogan "espírita no trata de Política" o “Espiritismo no se mezcla con Política". A esto, el populacho consagra: "haz lo que digo, pero no lo que hago".

Al proclamar y defender la "inocencia" de las personas que fueron detenidas por las autoridades el 8 de enero último y siguientes, como resultado de las investigaciones realizadas – que también incluyen la detención y procesamiento, en los días siguientes, de aquellos que también fueron identificados por publicaciones en redes sociales, con el desenfreno y la "victoria" en relación con los crímenes cometidos, en fotos y videos – Divaldo se comporta como un "líder talibán", que predica la desobediencia civil, porque informa al "silencio" de aquellos (espíritas) que no protestaron contra el "detenciones estúpidas sin juicio" de los manifestantes.

En cuanto a los "niños de regazo" o bebés de corta edad, así como los menores en general, tal vez presentes en los "campamentos patriotas" o en la "marcha" que fue transmitida en tiempo real por las emisoras de televisión e internet, en ese triste y fatídico primer domingo después de la asunción presidencial, es desconocer la regla de la responsabilidad familiar y civil de los padres y responsables en relación a los niños, nietos y sobrinos. ¿Quién los llevó allí? ¿Qué estaban haciendo allí? ¿Cuál fue la motivación de las "protestas", inicialmente consideradas como "pacíficas"?

En cuanto a los "ancianos de ochenta años" -no sabemos, francamente, si los había entre los "manifestantes"- es necesario destacar la regla de oro de responsabilidad legal (principio de legalidad) que infiere a cualquier ciudadano el deber de conocer mínimamente las reglas de convivencia social. Vale el adagio, internacionalmente reconocido: "no es posible invocar el desconocimiento de la ley para cometer cualquier ilegalidad o delito". Independientemente, por lo tanto, de la cantidad de años y décadas, todo individuo con edad adulta, mayor de dieciocho años, es plenamente responsable por sus actos.

El tribuno mencionado, queramos o no, sigamos o no sus discursos, obras y acciones, es un "líder espírita" y debería comportarse como tal. Debería proceder en relación a estos temas "agudos", con menos pasión y parcialidad, aunque la retórica basada en emocionar a su público sea el instrumento de su trayectoria durante más de setenta años. Kardec, para situaciones similares, ya había sugerido, fraternalmente: "En ausencia de los hechos, la duda es la opinión del hombre prudente".

Pero Divaldo no lo dudó. No fue prudente. No lo ha sido. Ha elegido "uno de los lados" y ha asestado golpes secuenciales a la democracia y la templanza en la actuación. Sus manifestaciones, no sólo en cuestiones que afectan la política gubernamental, sino también sobre temas relacionados a la afectividad, al amor y a la sexualidad (como su tosco discurso sobre la "ideología de género" y su manifestación respaldando la ridícula teoría anticientífica de los "niños índigo"), también han producido un enorme daño al edificio espírita y a la lógica racional establecida como premisa fundamental por el Profesor Allan Kardec.

No vimos al anciano orador -a punto de conmemorar 96 años de edad- con la sensibilidad de un alma noble, defender a los Yanomamis, en este atentado cometido contra su etnia, en los sucesivos abandonos gubernamentales y en la falta de protección política y legal, del gobierno anterior a nuestros hermanos indios.

No hemos visto al celebrado médium expresar alguna empatía en relación a los casi 700.000 muertos por la pandemia de Covid-19 en nuestro país, que ha sido ponderado como el "corazón del mundo y la patria del evangelio", ni a sus familiares, que han perdido a sus seres queridos.

No presenciamos ningún gesto de solidaridad y de reprobación de las "leyes" o a los "poderes constituidos" – incluidas las fuerzas policiales – por parte del idolatrado conferencista, en relación con las miles de víctimas LGBTQIA+, porque cada 27 horas una persona en este segmento es asesinada en Brasil.

No hemos visto el compromiso del destacado psicógrafo con ninguna campaña efectiva de rescate de la dignidad y acerca de las políticas y programas de transferencia de renta (como Bolsa Família) capaces de sacar de la indigencia y superar el umbral de la pobreza de millones de nuestros hermanos, ciudadanos brasileños.

Nos parece que la sensibilidad, la empatía, la solidaridad y el compromiso cívico del Sr. Divaldo Franco son selectivos, convenientemente diseñados en concordancia con su propio espectro ideológico. O, como diría Kardec, su opinión espiritual individual, alejándose de la premisa espírita del "acuerdo universal de las enseñanzas de los espíritus". Y poseen, como tales, y contrariamente a su discurso y y del discurso de muchos espíritas de reconocimiento social, una clara vinculación con la "política mundana", para posicionarse, en tantos momentos secuenciales contra determinados "colores partidarios" y a favor de otros. Lamentablemente.

Todo fundamentalismo continúa siendo preocupante, peligroso y deplorable. El fundamentalismo espírita, también. A pesar de que la filosofía espírita se constituye sobre otras bases, distintas de las descritas en este Editorial, propugnando la superación individual y colectiva en el camino de la Ley de Progreso, hay quienes todavía insisten en vincularse a los valores mundanos efímeros, constantes en líneas ideológicas que se disfrazan de poder y autoridad.

Vale la pena recordar, triste e intensamente, que líderes de religiones y sectas estuvieron, en el curso de la Historia, al lado de las dictaduras, como las de Napoleón, Hitler y Mussolini, en un pasado más reciente y, en nuestro cuadrante sudamericano, junto a dictaduras y regímenes militares. Y los pocos que gritaban contra la aniquilación de los mínimos derechos humanos fueron perseguidos, "desaparecidos", encarcelados, torturados, asesinados o exiliados.

Aunque el contenido espiritual constante de sus obras sea discutible, desde el punto de vista de la Filosofía Espírita – sobre todo por el deber de los espíritas de analizar cualquier psicografía y someterla a la comparación con los principios fundamentales del Espiritismo – y también su obra asistencial, larga, de varias décadas, en la región metropolitana de Salvador (BA) es respetable y valiosa, Franco, con estas actitudes y pronunciamientos, claramente parciales, desde el punto de vista político-ideológico, en defensa de lo indefendible, en varios y sucesivos momentos, firma un certificado de defunción en vida para la respetabilidad que planteó en más de siete décadas como "exponente del medio espírita". Es prácticamente un suicidio público.

La idolatría que lo erigió a la condición de sapiencia y no-contradictorio y, en consecuencia, a una infalibilidad -muy al estilo de las bulas papales- es el camino sin retorno de los líderes religiosos de todos los tiempos. La "necesidad" de los "fieles" (o, en el caso espírita, de los adeptos a la filosofía) de recibir "una orientación" proveniente de los "representantes", como la "palabra oficial" fue, seguramente, en este caso divaldiano, el combustible retroalimentado, el camino de ida y vuelta, entre los que desean ser liderados y la vanidad del líder elegido. ¡Triste!

Hay, en este país y en este planeta, tanto por hacer para la elevación moral, para el desarrollo natural de las virtudes, para la solidaridad y la fraternidad entre los hermanos del planeta, y aún más, basándonos en el sustrato de validez de la existencia de la propuesta espírita para la Humanidad, que haya más allá del verbo y de la palabra escrita, la actitud, esto es, la participación de los hombres de bien en la construcción de una Humanidad regenerada, superando la ya larga etapa de "expiaciones y pruebas" que la Tierra consigna desde hace más de dos mil años.

No hay, amigas y amigos espíritas, otro camino. La regeneración social se hace arremangados, enfrentando desafíos, rompiendo con dictaduras y alejando las violencias, todas ellas.

Por el momento, concluimos que el personaje en pantalla adopta la actitud oculta de utilizar parcialmente la motivación de la Filosofía Eespírita para interpretar, según mi simple opinión, hechos históricos, en defensa de sus propias ideologías.

Que Divaldo encuentre pronto la serenidad y la lógica racional en sus procedimientos, probablemente después de su desencarnación, ya en la morada espiritual. Lo que hoy, infelizmente, ya no estamos viendo.

[Editorial publicado en www.comkardec.net.br/divaldo-apoia-terroristas/ ]

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*Marcelo Henrique es licenciado en Derecho por la Universidad Federal de Santa Catarina ( 1993) y en Administración Pública (2021), por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). Especialista en Administración Pública y Auditoría, por la Universidad del Estado de Santa Catarina - UDESC (1994). Maestría en Ciencias Jurídicas por la Universidad de Vale do Itajaí - Univali (2002). Está cursando Doctorado en Administración en la UFSC. Coordinador del Grupo Espiritismo CON Kardec, titulado "Amigo da CEPA" el 22/03/2022.

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