salomaoSalomão Jacob Benchaya

¿CUÁL ES EL JESÚS DEL ESPIRITISMO?

El libro El Cristo de Paulo de Tarso, lanzado en octubre/2020 por el profesor José Lázaro Boberg, de Jacarezinho-PR, está predestinado a marcar fuertemente el movimiento cristiano y, particularmente, el espírita. Esto porque confronta posiciones arraigadas en la tradición católica y espírita en cuanto a los evangelios y a sus principales protagonistas, repercutiendo, según mi opinión, en la lectura de las obras de Kardec y de médiums como Chico Xavier y su guía espiritual Emmanuel.

En esa obra, con prefacio de Milton Medran Moreira, Boberg afirma que el Cristo a que Paulo se refiere en sus “cartas” o “epístolas” – los primeros escritos del cristianismo – no es el hombre de Nazaret, sino el Christós del gnosticismo, el Cristo espiritual, interior, el Dios que vive en nosotros, chispa divina de que todos somos dotados.

Boberg es un estudioso de la temática bíblica y del gnosticismo, doctrina cristiana anterior al cristianismo, considerada herética y violentamente combatida por la Iglesia, habiendo publicado ya, en esa misma línea, obras como “El Evangelio de Tomé – el eslabón perdido”, “El Evangelio de Judas”, “El Evangelio de María Magdalena” y “El Evangelio Q”. Sus estudios se basan en trabajos de brillantes investigadores del cristianismo y de sus principales protagonistas. En la Introducción de su libro, el autor informa: “me he conmocionado al encontrarme con una inusitada descubierta del ‘Cristo Gnóstico de Paulo’ a través de dos libros fundamentales, fuera de la literatura espírita: el superventas ‘El Cristo de los Paganos: la sabiduría antigua y el significado espiritual de la Biblia y de la historia de Jesús’ y ‘Transformando agua en vino’, ambos del ex-pastor Anglicano, Tom Harpur.” Menciona, aún, autores famosos como Rudolf Bultmann, John Dominic Crossan, Elaine Pagels, Barth Ehrman, Alvin Boyd Kuhn, Albert Schweitzer, Marcelo da Luz, Carlos Pastorino, Huberto Rohden, Hermínio de Miranda, entre otros. Quiero, también, destacar los interesantes libros de autoría del ex-seminarista católico, profesor José Pinheiro de Souza (1938-2014), “Tres Maneras de ver a Jesús”(2011), con prefacio de Milton Medran Moreira, y “Mitos Cristianos”(2012), ambos tratando de la verdadera identidad o naturaleza de Jesús.

Boberg menciona, también, la importancia del “Jesus Seminar”, fundado en 1985, en California, formado por uno de los más cualificados grupos de crítica bíblica, cuyo objetivo era reconstruir la vida del Jesús histórico, definiendo quién era Jesús, qué hizo, qué dijo, empleando el conocimiento científico y basándose en fuentes primarias, evidencias arqueológicas y en estudios antropológicos. Pretendían separar al Jesús Histórico del Cristo de la Fe.

A partir de esa copiosa literatura, creo que los estudiosos espíritas - particularmente los espíritas cristianos - tienen el deber de analizar racionalmente ese tema, a la luz de la Ciencia, como recomendado por Kardec, hasta porque una de las críticas que se le dirige se refiere, justamente, a su demasiada vinculación de la Filosofía Espírita con las tradiciones religiosas del judaísmo/cristianismo.

En el siglo XVIII, se iniciaban los estudios del llamado Jesús Histórico con el trabajo del filósofo deísta alemán Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), negando el origen sobrenatural del cristianismo, lo que, naturalmente, no era bien visto por la Iglesia. En 1835, el teólogo alemán David Friedrich Strauss escribe el libro “La Vida de Jesús” criticando el “mito de Jesús”, afirmando que su vida nada tenía de sobrenatural. Una obra con el mismo título surge, en Francia, en 1863, escrito por el teólogo, filósofo e historiador Ernest Renan demostrando que el Jesús histórico no es el mismo Cristo de la Fe o el Jesús Dogmático. Esa obra tuvo gran repercusión y Kardec, incluso, la menciona en la Revista Espírita de mayo y junio de 1864, no sin demostrar su desagrado por la interpretación nada caballerosa que el autor hace del Cristo descrito en los evangelios. Un poco antes, el 14 de octubre de 1863, respondiendo a la pregunta de Kardec sobre “¿qué efecto producirá la ‘Vida de Jesús’, por Renan?”, el Espírito Erasto había afirmado que éste “pertenece a esa legión de Espíritus encarnados que se pueden calificar de demoledores del viejo mundo” y finaliza su comunicación diciendo que “Sin disputa, Renan allana el camino para el Espiritismo” (A.K. – Obras Póstumas).

Se sabe hoy que las narrativas de los evangelios canónicos – los “atribuidos” a Marcos, Mateo, Lucas y Juan – son construcciones literarias surgidas a partir de la segunda mitad del siglo I, probablemente copiados de una fuente anterior, el Evangelio “Q” (del alemán Quelle, fuente), y que, en gran parte, son reproducciones de tradiciones mitológicas que formatearon el Jesús Cristo - el Cristo de la Fe – de las Iglesias cristianas. Las revolucionarias descubiertas, en Nag Hammadi, en Egipto, de papiros conteniendo el Evangelio de Tomé (1945) y más tarde, de los Manuscritos del Mar Muerto (1947), guardados en vasijas de barro y muchos todavía no revelados al público, sugieren una relación entre Jesús y la Orden de los Esenios, secta judía ortodoxa. Estudiosos admiten que los aforismos (máximas, sentencias) contenidos en estos papiros son los más coherentes con las enseñanzas de Jesús y revelan que la narrativa biográfica de la vida de Jesús se introdujo posteriormente en los Evangelios canónicos producidos por la Iglesia.

El hecho es que los estudiosos son unánimes en afirmar que no hay registros verdaderamente originales, y sí copias de copias como informa Boberg en su libro “El Cristo de Paulo de Tarso”. Se sabe, también, que muchos “hechos” narrados en los Evangelios se copiaron de tradiciones paganas de Persia y de Egipto o se ajustaron a las profecías del Antiguo Testamento.

De todo eso, queda la pregunta: - Al fin y al cabo, ¿qué, en los Evangelios, es verdadero y qué es mito? La tesis de que Paulo de Tarso, en sus escritos, no se está reportando a un Jesús humano, sino a un concepto gnóstico, el Christós (Dios en nosotros), sugiere una reflexión sobre el hecho de que, a pesar de haberse detenido apenas en la enseñanza moral de Jesús, según explicita en “El Evangelio Según el Espiritismo” y en “La Génesis”, Kardec interpreta, bajo la óptica espírita, milagros y predicciones de Jesús narrados en los evangelios canónicos, evidentemente una fuente no fiable.

Sé que abordar este tema hiere tradiciones y creencias religiosas arraigadas y no es mi propósito faltarles el respeto.

Todavía, no puedo hurtarme a ver los hechos que la Ciencia viene demostrando ante pesquisas honestas como las del "Jesus Seminar”, de California, de que solo el 18% de lo que dijo Jesús y el 16% de lo que realizó se aceptan como verídicos, en los evangelios canónicos. Recordémonos que Kardec aconseja que el espiritismo siga la Ciencia y que se modifique en los puntos en que ella indique que él esté en error. El escritor José Lázaro Boberg afirma, en su “El Cristo de Paulo de Tarso”, que “la ‘vida’ de Jesús en los evangelios resulta, en último análisis, por lo tanto, como una copia deturpada y fragmentaria de un prototipo egipcio que era un personaje puramente dramático retratando la divinidad en el ser humano”, reproduciendo el escritor y ex pastor anglicano Tom Harpur, autor del clásico “El Cristo Pagano”.

Elaine Pagels, Helmut Koester y otros investigadores se ponen de acuerdo que los aforismos (dichos, sentencias, repositorios de sabiduría ancestral, preexistentes a Jesús) encontrados en el evangelio de Tomé son los que más se parecen a las enseñanzas de Jesús, lo que ayuda a identificar qué se interpoló en los Evangelios de la Iglesia. Herminio C. Miranda también aborda ese tema en su libro "El Evangelio de Tomé – Texto y Contexto".

No veo razón para que no se discuta el tema en las casas espíritas. Por supuesto habrá resistencias comprensibles pues se adentra en el terreno de las creencias arraigadas. Los espíritas viven, hace más de un siglo, con la idea de que Jesús es el Espíritu más puro que ha encarnado en la Tierra, siendo, mismo su Gobernador. Espíritas roustanguistas le ven como un Espíritu que nunca erró y que evolucionó en línea recta, sin encarnar, habiendo nacido virginalmente con un cuerpo fluídico – doctrina radicalmente contradictoria con el espiritismo. En otra vertiente espiritualista se afirma que es tal la evolución de Jesús, que necesitó 1.000 años solo para condensar su periespíritu y poder reencarnar entre los humanos. En Brasil, especialmente, crece vigorosamente la cristolatría.

Un cambio en nuestras estructuras mentales, como dice Jaci Regis, se hace necesario.

Yo, por ejemplo, ante la no confiabilidad de los textos canónicos, con sus falsas historias sobre Jesús, prefiero sustituir el Cristo Hombre, eclesiástico, y adoptar el concepto pagano y gnóstico del Khristós – potencia divina inmanente en todos los seres, el Cristo interno – principio que independe de religión, etnia o localización geográfica. Maurice Herbert Jones usa la expresión “teotropismo” para nombrar a ese impulso interno del Ser en busca de Dios.

Ese concepto, por otro lado, se alinea perfectamente a la propuesta de autonomía moral inherente a la Filosofía Espírita, tan realzada en obras lanzadas recientemente. Repitiendo mi comentario constante de la parte final del libro de Boberg, se puede decir que, si Allan Kardec tuviese conocimiento de esa información, estaría plenamente justificado, a mi ver, el uso que hace de las expresiones “Espiritismo Cristiano” y “espíritas cristianos”, consideradas inapropiadas por algunos.

(Articulo publicado en el periódico CCEPA OPINIÓN, ediciones de marzo, abril y mayo de 2021)

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